En los últimos 20 años, hemos sido testigos de un aumento exponencial de las Terapias Modificadoras de la Enfermedad (DMT) para el tratamiento de la EM, aumentando el repertorio de modos de acción y superando el perfil de eficacia y tolerabilidad de los compuestos anteriores. Debido a esta opción más amplia, junto con una comprensión en evolución de la fisiopatología de la enfermedad, ahora es posible adoptar diferentes estrategias terapéuticas basadas en las características específicas del paciente y del fármaco.
Gracias a las nuevas terapias aprobadas y una mejor comprensión de su perfil de riesgo-beneficio, el uso más amplio de compuestos orales tempranos de alta eficacia o anticuerpos monoclonales conducirá sin duda a un mejor pronóstico para muchos pacientes con EM. La investigación actual tiene como objetivo desarrollar fármacos con otro modo de acción dirigido a la tirosina quinasa. Además, la prevención de la neurodegeneración mediante fármacos neuroprotectores directos es otro foco de investigación en curso. La identificación adicional de biomarcadores moleculares o celulares para guiar las decisiones terapéuticas individuales complementará la investigación farmacéutica y mejorará aún más la seguridad y eficacia de los medicamentos disponibles.
Enlace al artículo original:https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/34033862/
Autores: Callegari I, Derfuss T, Galli E.
Lugar de publicación: Press Med. 2021;50(2):104068.